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Corridos de caballos es un libro que cabalga a través de diversas praderas de nostalgia y melancolía. En sus poemas, finamente trabajados, de emotividad elegantemente contenida y de logrado ritmo, encontramos, por ejemplo, lo que queda apenas del siglo XX y sus ideologías, entre las que resalta las de la Revolución Mexicana, —que pareciera, en muchos sentidos, no haber sucedido en realidad—. Asistimos a la contemplación de ausencias evidentes como las del padre y el abuelo, y otras que, como las del honor, la comunidad o la idea del progreso, surgen de entre las líneas con sobria sencillez y honestidad.

El carácter dominante de los poemas es anecdótico, un diario que parte de observaciones externas que se vuelven inmediata e indefectiblemente internas: trozos de espejo que van conformando la identidad de la persona poética y que terminan reflejándonos a nosotros mismos, en una identificación natural y progresiva con esa voz que nos lleva, página a página, por un mundo en el que todo parece recuerdo, incluso aquello que todavía queda por venir.

 

 

Aquí una muestra de lo que encontrarás en él:

 

papá viajaba todos los días 

montado en un caballo de huesos de metal:

el aceite fluía por sus entrañas

y desde lo más profundo de su engranes

la enfermedad se expulsaba como una flema negra

tan oscura y espesa como la maldición primigenia

que se arrastra de generación en generación

 

por eso en la sangre de papá corrían ríos de metal

y en sus pulmones la arena se cristalizaba

formando monumentales rosas vítreas

 

papá era minero 

y respiró las esquirlas de la piedra

hasta morir

 

me heredó el dolor en el pecho

como certeza de la muerte

y el llanto que nunca derramó

sobre la tumba de mi abuelo

 

pero eso

en este momento

no importa

 

importa decir que viajaba en un caballo sin herraduras

que galopaba por la imaginación de mi hermano 

y por la llanura más limpia del sueño

 

mamá lo esperaba en la casa 

y papá sentía el viento moldear su rostro

a Calcetín no le gustaba la velocidad

y a mí siempre me ha dado miedo el viento

 

sin saber

compartíamos el mismo temor

que amaga con la caída de mi padre

y con el temor a las ruedas

porque las motocicletas

                  dice mamá

tampoco son seguras

 

de ahora en adelante

el galope de Calcetín resonará en la memoria 

de la sangre 

 

Calcetín tendrá que llevar herraduras

 

Corridos de caballos

$250.00Precio
Cantidad
  • Luis Fernando Rangel

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